Sin embargo, ahí también se dan cita
algunos hombres intolerantes que se proclaman heterosexuales.
Cuando reciben elogios de otro hombre, lo bloquean para evitar
establecer contacto escrito o para no ser vistos por otros
varones. También hay aquellos que en su mayoría
ignoran los elogios y sólo establecen contacto con quien
resulte de su agrado. Hay algunos que son determinantes y en la
pantalla de su cámara especifican: "Hago lo que quiero y
cuando quiero", o simplemente aclaran no necesitar recibir
peticiones de nadie. La gran mayoría de los varones
heterosexuales especifican que sólo responderán a
las peticiones hechas por una mujer que igualmente aparezca en
cámara. Sin embargo, muestran sus genitales a todo el
público pues su placer radica en enseñar y ser
vistos por decenas de espectadores.
Por muchos es conocido que algunos hombres usan un
"nickname" o sobrenombre que no precisa el sexo de quien ingresa
y escribe en la sala pública, como por ejemplo: "Blue
eyes", ojos azules. Un nombre así dice poco y no
especifica el sexo de una persona. Pero los hay quienes ostentan
un apodo más específico como: "Texanboy", chico
tejano, que evidencia que un hombre seduce, coquetea o admira a
otro varón desnudo.
Incluso algunos reconocen que aunque son heterosexuales,
no les incomoda ser vistos por otros hombres, siempre y cuando
sea mediante las cámaras, pero si sentirse ofendidos si
son vistos en persona orinando en un mingitorio o completamente
desnudos bajo las regaderas del gimnasio.
Asisten a la exhibición un gran número de
hombres jóvenes, maduros y algunos ancianos. Los hay
delgados, morenos, rubios, árabes, europeos,
latinoamericanos, musculosos, tatuados, "cut", circuncidados,
"uncut", sin circuncisión. Los famosos "bigcock", pene
grande, "smalldick", pene pequeño, así como los
rapados, afeitados del cuerpo, depilados del área genital,
quienes usan "cockring" aro para sujetarse la base del pene y del
escroto, percings colocados en la lengua, tetillas, ombligo y
pene y cada uno de ellos tiene un público
específico y adicto a sus shows y encantos
corpóreos.
Cabría suponer que sólo los
jóvenes, guapos, velludos, dotados o musculosos tienen
éxito, pero no lo es así. También algunos
lampiños, obesos, los maduros, los negros, los uncut y
algunos hombres mayores cuentan con un público cautivo, lo
que evidencia la diversidad de gustos entre las
personas.
En esa enorme variedad de demostradores y admiradores,
algunos aparecen duchándose bajo la regadera de su casa.
Otros se ejercitan con pesas en un gimnasio particular, algunos
se introducen un dildo en el ano o se afeitan el pubis. Otros
más aparecen durmiendo, como deseosos de que el mundo
vigile su sueño. Pareciera ser que socializan un desamparo
inconsciente frente a un mundo cada vez más materializado
y deshumanizado que depende con mayor frecuencia de las nuevas
tecnologías para comunicarse desde la privacidad del
hogar, con un mundo de personas extrañas de todas las
latitudes del mundo.
También se dan cita las parejas de heterosexuales
practicando sexo entre ellos, y los que ofrecen cumplir con las
fantasías sexuales de otras parejas. Destacan los hombres
ofertando sexo para complacer a la colectividad, pero sobre todo,
abundan los afectos a la masturbación solitaria. Mucho de
ellos han sido circuncidados cuando niños, y a diferencia
de quienes conservan el prepucio, se aplican generoso lubricante
para facilitar la masturbación pues su pene se torna
rígido en erección. El lubricante favorece la
manipulación e incrementa el placer.
Una buena cantidad de hombres circuncisos
estadounidenses lamentan haber sufrido de esa "mutilación"
siendo niños y expresan envidiar a quienes conservan el
prepucio, como es el caso de la gran mayoría de los
hombres latinos y europeos. En ocasiones es tanta la
seducción ejercida por los hombres gays hacia los
heterosexuales, que estos últimos terminan por desnudarse,
mostrar su cuerpo, masturbarse y disfrutar de los elogios de
otros varones.
Es bien sabido que muchos hombres heterosexuales
fantasean con tener sexo simultáneo con dos mujeres,
así como verlas interactuar entre ellas. Digamos que esta
práctica goza de la aceptación social y sexual
masculina. Como mostrarse en público a través de la
cw brinda protección al hacerlo desde la intimidad del
hogar, y cada quien mira lo que le agrada e ignora lo que le
disgusta, a través de este medio han comenzado a hacerse
visibles otras variantes de la sexualidad humana que
permanecieran bajo las sombras. Me refiero a las mujeres que
experimentan simultáneamente relaciones sexuales con dos
hombres. Mientras uno penetra vaginalmente a la mujer, el otro
recibe sexo oral de la compañera y entre tanto, los dos
varones se besan en la boca y acarician sus cuerpos.
Ocasionalmente hay quienes ofrecen un show privado a
cambio de una paga, llamado: "Paypal". Solicitan un
depósito previo en su cuenta bancaria, y aunque son poco
requeridos, hay quienes contratan sus servicios para verse a
través de las cámaras web o para concretar un
encuentro real.
Este medio tan frecuentado por el placer sexual que
ofrece, cada vez es más demandado por un importante
número de hombres bisexuales y casados que durante
décadas vivieron y practicaron su sexualidad y erotismo
desde la clandestinidad y la culpa. Quizás, para no
exponerse al rechazo o a la agresión de los hombres
abiertamente heterosexuales u homosexuales, contactan a otros
varones casados para compartir la sexualidad cibernética
en público o en privado, o simplemente para fantasear por
teléfono, práctica muy de moda en los Estados
Unidos, donde los servicios de la telefonía son más
baratos que en muchos otros países del mundo.
Dicho canal testifica las múltiples formas de
vivir la sexualidad hoy en día, y que en el pasado, en
ausencia de este novedoso medio de comunicación y de
esparcimiento, era poco conocido por las
mayorías.
Los bisexuales se han atrevido a salir de las tinieblas
y a hacerse más visibles como parte de la diversidad
sexual humana. Otros más que se autodenominan
abreviadamente: "str8 curious", heterosexual curioso,
también convergen en el canal para dialogar y departir con
otros hombres sin importar su orientación sexual. Digamos
que muestran una actitud relajada, de camaradería, y
comparten charlas con los demás usando términos
como: "damn", "bud", "stud", "bro", "georgeous" que significa
algo así como amigo o camarada, cuate, guey y guapo. Hay
complacencia, coqueteo, seducción y beneplácito
entre los hombres.
El canal representa un espacio donde es posible realizar
infinidad de las fantasías humanas. Fantasías
severamente castigadas por la sociedad de doble moral, toda vez
que la sexualidad sigue siendo normada, y todo lo que se practica
al margen de las normas es susceptible de ser reprobado. Al
parecer, la humanidad se cansó de recibir instrucciones de
dónde, cómo, cuándo y con quién debe
ejercer su sexualidad. Se han desafiado las normas. Este medio
permite dar rienda suelta a sus fantasías, erotismo y
placer frecuentemente descalificados, como podría ser el
hecho de que un hombre se amarre los testículos con una
agujeta, que sin importar su orientación sexual, use
lencería femenina para auto excitarse o excitar a otros, o
que introduzca un dildo en su ano.
Libres de prejuicios e independientemente de su
orientación sexual, hay quienes se estimulan el recto
introduciéndose el dedo o algún juguete sexual.
Aprendieron a encontrar placer estimulando su próstata.
Asumen que un hecho así no contrarresta su masculinidad, y
se erotizan sin culpa al no considerarla una práctica
denigrante o femenina.
Aunque en este medio diversos hombres se proclaman como
heterosexuales, y partiendo del hecho de que genuinamente
así lo sean, sobresale su valor para acariciar o mostrar
ciertas partes del cuerpo, prácticas sólo
reconocidas en antaño entre los hombres gay a quienes
frecuentemente se les endilgaban actitudes femeninas. Me refiero
al hecho de estimular sus tetillas, sobar su pecho, el vientre,
sus muslos, mostrar el trasero y el ano mientras lo estimulan con
las yemas de los dedos. Digamos que se permiten tener más
contacto con su propio cuerpo. En el pasado, estas
prácticas se consideraban poco masculinas, como
también lo era el hecho de que un hombre se depilara el
pecho, las axilas, el pubis o las piernas. Sin embargo, esto es
cada vez más común entre los varones de todas las
orientaciones sexuales.
El portal resulta ser un espacio común para el
mundo masculino. Digamos que en el nuevo milenio, ocupa el sitio
que antes ofrecían los billares, la cantina o el campo de
fútbol como sitios de esparcimiento y reunión para
varones donde también se podía alburear. Asisten al
portal sin importar quienes o como son, sin portar demasiadas
etiquetas debido a su orientación sexual, sin cargar a
cuestas los gafetes que tanto daño han hecho a los humanos
al calificarlos de: culpables, enfermos, degenerados, depravados,
inmorales, desviados, excluidos, así como discriminados y
estigmatizados por el hecho de ser ellos mismos.
Cualquier práctica es aceptable mientras las
personas se permitan hacer de su cuerpo y con él lo que
les plazca. Quizás el único inconveniente radique
en que con el uso repetido de esas tecnologías de
comunicación, los humanos se automaticen y vuelvan
más dependientes de esas herramientas para contactar a
otras personas. Al parecer, poco a poco, de manera inconciente,
se va inhibiendo el deseo del encuentro real con los otros, se
diluye la necesidad y el bienestar que conlleva sentir,
oír, oler, ver y tocar a otro ser humano en
persona.
En este medio cibernético, al ser suprimidos los
sentidos del tacto, el olfato y del gusto, cobran relevancia los
sentidos de la vista y del oído para quienes ven y se
muestran por cámara y conversan por teléfono. Lo
mismo ocurre con el lenguaje escrito. Quizás como nunca,
las palabras desempeñan un papel relevante en el juego de
la sexualidad. Sin ellas, sería imposible avivar el
erotismo entre los participantes de ese canal.
Muchos hombres heterosexuales se lamentan de no tener un
público femenino que los elogie tanto como lo hacen
abiertamente otros varones. Entonces, ocurre que a través
de la constancia mostrada por otros hombres para estimularlos,
acceden a mostrarse y a cumplir las fantasías que les
demandan, pero es sobresaliente el hecho de que defienden sus
heterosexualidad argumentando sentirse "hot", "horny", y que sus
actos obedecen exclusivamente a la ausencia de un público
femenino.
Otra porción de hombres que aunque reafirman ser
heterosexuales de mente abierta, conversan sobre temas
políticos, sexuales, sobre el clima o algún suceso
internacional. Digamos que necesitan hacer un largo y justificado
preámbulo antes de desnudarse, masturbarse y eyacular
frente a sus admiradores.
No está por demás recapacitar y reaprender
a mirar a la Internet como un vínculo de conexión
entre personas de carne y hueso. No debemos permitir que dicha
tecnología desplace a las personas y que las convierta en
seres apáticos para salir de casa en busca de otros seres
reales y no sólo imaginados o virtuales.
El canal muestra el: "boom sexual" que experimenta la
sociedad contemporánea a nivel mundial, el que es
aprovechado por muchas personas debido a la novedad que ofrece.
Con frecuencia serán las computadoras las que se infecten
con un virus letal, y no los humanos con una infección de
transmisión sexual.
Este medio, como muchos otros que posibilitan la
conversación incluyendo el uso de una cámara web,
como es el caso de Hotmail, Skype o Yahoo, representa una
alternativa para que las personas disfruten a plenitud de la
sexualidad sin correr riesgos de adquirir infecciones de
transmisión sexual. Lo que antes fueron actos
estrictamente privados, íntimos, ahora se han convertido
en públicos. También la sexualidad se ha
globalizado.
En el pasado, las revistas y las películas
pornográficas cumplieron con una función recreativa
de la sexualidad, hoy en día, la Internet incluye chats,
videos y fotos, convirtiéndose así en la favorita
mundial para contactar a personas afectas a disfrutar del sexo
virtual, el que está experimentando un "boom". Digamos que
es un fenómeno irreversible que día con día
sube como la espuma. Podría considerársele como la
nueva droga del Siglo XXI que muchos desean probar.
Algunos sexólogos aducen que en sexualidad no hay
nada escrito, que no existen reglas sobre lo que es correcto y lo
que no lo es. Se trata de opciones personales y hay que
respetarlas. Tal vez el único inconveniente radique en que
los seres humanos serán cada vez más desplazados
debido a la dependencia de las computadoras para relacionarse
entre sí desde el hogar. Muestra también la
soledad, intolerancia e individualismo del ser humano al inicio
del nuevo milenio.
Dicho "boom" algún día pasará a los
anales de la historia, sólo resta esperar y observar los
beneficios y los perjuicios que lograron impactar en las
personas, o ¿acaso el destino de la humanidad será
el hecho de depender cada vez más de una computadora o una
cámara web para relacionarse entre sí?
México, D. F. A 1 de marzo de 2006.
*Gerardo Guiza Lemus. (Puruándiro,
Michoacàn, México. 1957). Es Licenciado en Ciencias
de la Comunicación, egresado de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la Universidad Nacional
Autónoma de México. Entres los años de
1987-1989 y 1992-1997 impartió cátedra en dicha
facultad en materias de literatura y periodismo, así como
diversas tesis de titulación.
Ha colaborado con cuento, poesía y entrevistas en
numerosos suplementos culturales de la ciudad de México y
en el interior de la República.
Es autor de los libros que llevan por título:
En el Pecado Está la Penitencia. (Cuentos).
Fontamara. México, D. F. 2007. La Historia No
Convenida. (Novela)). Fontamara. México, D. F. 2003.
Artilugios. (Novela). Fontamara. México, D. F.
1999. Quizás No Entendí. (Novela).
Fontamara. México, D. F. 1997. Tus Estelas en mi
Espacio. (Poemario). Publicación Publicaciones,
México, D. F. 1993. Como la Flor del Amaranto.
(Novela). Dirección de Bibliotecas y Publicaciones del
Instituto Politécnico Nacional. México, D. F.
1992.
Asimismo, es Diplomado en Sexualidad Masculina. Centro
de Capacitación y Apoyo Sexológico y Humanista. A.
C. México. 2005
Diplomado en VIH/SIDA por el Instituto Nacional de Salud
Pública. México. 2004.
Actualmente se desempeña como conferencista,
capacitador y consejero en el Programa de VIH/SIDA de la Ciudad
de México, de la Secretaría de Salud del Distrito
Federal.
Autor:
Gerardo Guiza Lemus
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